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La leche de vaca según el Ayurveda

El Ayurveda no propone una dieta vegana, por el contrario, considera que la leche es un alimento completo y milagroso, debido a que contiene todos los nutrientes que necesita el ser humano. Ayuda a desarrollar los tejidos más finos del cerebro, lo cual, de acuerdo a los sabios de la antigüedad, es necesario para comprender la ciencia espiritual.

En los tiempos védicos, muchos yoguis se alimentaban exclusivamente de leche. Debido a que la leche nutre al ser humano física y espiritualmente, la cultura védica la considera el alimento más importante y esencial para la sociedad civilizada.

La leche es madhura rasa, controla pitta, forma kapha e incrementa cualquier dhatu deficiente. Además, es considerada amrita (néctar), debido a que inmediatamente se convierte en rasa, si se toma sola.

La leche se debe hervir para que se vuelva más liviana y libre de gérmenes, a menos que se pueda tomar inmediatamente luego de ser ordeñada. Cuando se enfría, se hace muy difícil de digerir y, por lo tanto, es mejor tomarla caliente. Para hacerla más liviana, se aconseja que, al hervirla, se le agregue un trocito de jengibre fresco o semillas de anís.

Los niños hasta los 14 años deben tomar leche al menos dos veces al día. Durante el embarazo, la mujer, diariamente, debe tomar leche como para dos personas y durante la lactancia, al menos medio litro.

Las frutas ácidas las verduras y las menestras no combinan con la leche. Nunca se debe mezclar leche con sal, a menos que haya sido cortada.

Hoy en día existen varios argumentos en contra del consumo de lácteos. Uno de ellos es que el ser humano es el único animal que bebe leche luego de dejar de amamantar. Si bien esto es cierto, también lo es que el ser humano es la única especie que ha desarrollado la agricultura y la ganadería, que cocina sus alimentos, que construye casas y templos, estudia en una universidad y juega tenis, fútbol y ajedrez.

Además, en condiciones normales de salud, el ser humano es capaz de digerir y asimilar muy bien la leche y sus derivados durante toda su vida.

Sobre la idea de que todas las grasas saturadas son malas, existen muchos estudios que demuestran lo contrario, y establecen que la de la leche posee una serie de grandes beneficios para el organismo. Por ejemplo, el colesterol que se produce de la ingesta de este tipo de grasas es esencial para la construcción de membranas celulares, interactúa con las proteínas dentro de las células, regulando la señalización celular y otros procesos biológicos.

Claro que, cuando hablamos de leche, nos referimos a la que producen aquellas vacas que pastorean y se alimentan naturalmente, no a la leche industrializada que se comercializa en los supermercados, la cual ha sido homogeneizada y que contiene químicos para extender su vida útil, perdiendo así sus mejores propiedades y volviéndose insalubre.

La leche homogeneizada está compuesta de partículas más pequeñas en comparación con la leche no homogeneizada. En otras palabras, el proceso de homogenización le cambia la estructura molecular a la leche y, por lo tanto, la convierte en una sustancia diferente y antinatural.

De acuerdo a ello, estrictamente hablando, LA LECHE HOMEGENEIZADA NO ES LECHE.

Claro que la industria nos asegura que esta sustancia sigue siendo saludable, pero el resultado es que en el proceso digestivo las moléculas de grasa, que se convierten en pequeñas partículas, en vez de ser digeridas de manera natural son absorbidas directamente por el torrente sanguíneo perjudicando nuestra salud.

Otro procedimiento para alargarle la vida útil a la leche es procesarla a temperatura ultra alta (UHT). Este tipo de esterilización se realiza mediante el calentamiento rápido de la leche a una temperatura de al menos 135 °C, manteniéndola allí durante unos segundos y luego enfriándola rápidamente a temperatura ambiente. Esto también le quita a leche buena parte de sus propiedades saludables y nutritivas.

En conclusión la leche de vaca es un alimento maravilloso para el ser humano, siempre y cuando se consuma de manera natural, sin procedimientos como los antes mencionados y libre de agregados químicos.

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