El propósito último del yoga se describe en dos obras que pueden considerarse las biblias del yoga, los Yoga Sutras de Patanjali y el Bhagavad Gita. En ambas, la meta es establecer el vínculo (yoga) entre el alma o ser individual y el alma Suprema. Es decir, la verdadera meta del yoga es vincularse con el Supremo, alcanzando así la autorrealización.
Las posturas o la parte de los ejercicios físicos del yoga, que se han popularizado en las últimas décadas, prácticamente no se mencionan ni en los Yoga Sutras ni en el Bhagavad Gita. Esto se debe a que, en ese entonces, estas prácticas eran de conocimiento común y consideradas secundarias, por ello, sus enseñanzas se han enfocado en la parte espiritual, considerada la más importante, la esencia del yoga.
Sin embargo, desde tiempos inmemoriales estas prácticas físicas y ejercicios de respiración del yoga se han realizado con el propósito de calmar y centrar la mente, con el fin de lograr la concentración deseada, produciendo grandes beneficios como la reducción de la ansiedad y la depresión. Incluso, se ha comprobado que el hatha yoga o yoga tradicional de asanas y pranayama, hace funcionar mejor el cerebro, gracias a que sus células desarrollan nuevas conexiones y se producen cambios en su estructura y funciones, estimulando las habilidades cognitivas como el aprendizaje y la memoria. El yoga fortalece partes del cerebro que desempeñan un papel clave en la memoria, la atención, la conciencia, el pensamiento y el lenguaje.
Todo ejercicio físico mejora el estado de ánimo al reducir los niveles de hormonas del estrés, aumentando la producción de sustancias químicas como las endorfinas y llevando sangre oxigenada al cerebro. Pero, el yoga brinda beneficios adicionales sobre el estado de ánimo, al elevar los niveles de una sustancia química cerebral llamada ácido gamma-aminobutírico (GABA), que disminuye la ansiedad y promueve el bienestar.
