Las menestras son la fuente principal de proteínas en la dieta vegetariana. La cantidad de proteínas en algunas de ellas es igual o mayor que en la carne. Son ricas en hierro y vitamina B, y reaccionan sinérgicamente con otros alimentos ricos en proteínas, tales como los cereales, las nueces o castañas y los productos lácteos, al incrementar la proteína asimilable en la comida alrededor de un 40%. Por ejemplo, la proteína asimilable del arroz (60%) y la de las menestras (65% de promedio), aumentan al 85% cuando se comen juntos.
El frijol mung o frijolito chino es muy fácil de cocinar y de digerir, tiene un sabor agradable y se recomienda para los niños, ancianos y convalecientes. Incrementa levemente kapha y disminuye vata y pitta.
El garbanzo es una maravillosa fuente de proteínas. Si se deja remojar durante toda la noche, luego de sacarle la piel, puede incluso comerse crudo con un poco de yogurt, sal y una pizca de pimienta. Sin embargo, es un poco pesado, incrementa vata y controla pitta y kapha.
La lenteja es muy alimenticia, aumenta kapha y pitta, y disminuye vata, incrementa la producción de semen.
La soya, comúnmente considerada como un alimento saludable, dista de serlo. En efecto, no es beneficiosa para la salud. Muchos estudios serios en las últimas dos décadas, dan como resultado múltiples razones para no consumirla.
La soya es uno de los alimentos que más se somete a modificaciones genéticas para resistir los herbicidas utilizados durante su cultivo. Si no se trata de soya orgánica, el cien por ciento de la que se comercializa hoy en día es transgénica. Pero la soya orgánica tampoco es buena para la salud a menos que se consuma fermentada (como miso por ejemplo), pues únicamente así se neutralizan la mayoría de las toxinas que contiene y se puede digerir. Actualmente, la industria que la transforma no pasa por este proceso, sino que la someten a altas temperaturas que desnaturalizan sus proteínas, aumentando los niveles de sustancias cancerígenas.
En general, la soya afecta negativamente el sistema endocrino, alterando el funcionamiento de la tiroides y del sistema hormonal y reproductor, pudiendo incluso provocar infertilidad y varios tipos de cáncer. Tanto si se consume durante la niñez o incluso dentro del vientre de la madre a través de su alimentación, promueve el desarrollo de cáncer en la edad adulta; en el varón, cáncer de próstata, y en la mujer ciclos menstruales irregulares y alteraciones en el desarrollo del aparato genital.
El consumo de soya también produce desequilibrios en el sistema digestivo; reduce la asimilación de calcio, magnesio, cobre, hierro y zinc. Inhibe la tripsina, que es una enzima digestiva producida por el páncreas y actúa sobre las proteínas, de modo que produce desórdenes pancreáticos e interfiere con la digestión de los alimentos.
Por otro lado, contiene altos niveles de aluminio que dañan el sistema nervioso y los riñones.
En cuanto al tema nutricional, la soya tampoco cubre los expectativas que se espera que cubra, ni tiene las cualidades nutritivas que se le atribuyen; en algunos casos, todo lo contrario, como es el de la vitamina B12, que no suele encontrarse en las dietas veganas. Sin embargo, las personas con este tipo de dieta consumen grandes cantidades de soya pensando que así pueden satisfacer los requerimientos diarios de esta molécula. En realidad, la soya contiene una molécula parecida que, lejos de darle al cuerpo lo que necesita, incrementa su necesidad de consumir esta vitamina. El nivel de proteínas también es deficiente en esta legumbre, y puede causar deficiencias de calcio y vitamina D, nuevamente, contrario a lo que se cree.
La conclusión es que la soya no es recomendable como alimento para el ser humano.